jueves, 22 de diciembre de 2011

"Elegía IX": A mi padre, un gran español ... devastado por España"

22/12/1936 (Caridad, madre del artista; su hijos, Luis, y Olga.

La Nochebuena, dicen, debe ser motivo de encuentro familiar alegre. Tú, papá, has tenido pocos. Lo hemos sabido a través de tus poemas. La guerra civil "incivil" destruyó la felicidad de muchas personas y, entre ellas, la de la unidad familiar de los Jiménez-Pajarero Sánchez. En 1956, tras años de amargura por las injustas secuelas derivadas, el que fuera militar muy querido en África, tu padre, falleció, y a él le dedicaste una hermosa elegía. En Alcalá de los Gazules, su lugar de cuna en 1895, te inspiraste.
En un día como hoy, de encuentro familiar alegre, espero puedas darle, por fin, el ansiado abrazo.



Luis Jiménez-Pajarero Miranda y su hijo (1940)

Han pasado muchos años desde que, el firme rostro, tenso siempre

por tu pronta muerte que sabías, dejé de contemplarlo

oye … estás en mi memoria, padre, no pude entonces comprenderte,

era mi edad como vacío pozo, hoy de agua, por fin lleno.

Si posible fuera el tiempo retrasar y fijarlo en tus agónicas vivencias,

ellas me rogaban compañía y en tu triste habitación algún diálogo;

todo escaso te ofrecí, sujeto a pueriles deseos inmediatos.

La carrera militar en África sufriste, héroe en Tetuán,

en Das-Rifién, en Alhucemas; historiadores que el poder ha desviado,

otros nombres dictando, en escasos libros te mencionan,

tu hidalguía, bondad, caballeroso proceder, soldados y civiles admiraban

¡Gran Capitán, como aquel otro! Noble rama de un árbol en nuestro Sur y Marruecos afamado.

Más, esa España que, en odio y en ira convirtió, los deseos

de un caudillo vanidoso,

esa Patria virulenta, escindida y arrasada por su orgullo desmedido,

con una parte, venció a otra en la que estabas y privado quedaste

de un futuro brillante.

País de crueles paradojas, a soledad, a injusta vergüenza te sumió,

a oscuridad la gloria merecida ¡A sórdida cárcel sentenciado

por Tribunal traidor!

tu corazón, muy solo y oprimido se negó a palpitar tan humillado,

muriendo a una edad, en la que ahora, vitales siguen otros hombres

su camino

o, viven en la paz de la serena y feliz jubilación, que tú, entonces

les forjaste

¡entre balas … entre sangre, entre rejas de hambres y de lágrimas!

Ya he cumplido, incluso más, tus sesenta únicos años, gracias a ellos

te quiero como nunca, lamentando lo mucho que, tu propio País

te atormentó.

Perenne sigue mi asco al gran culpable y a esa Francia repugnante,

Por el ruin modo con que ¡en las arenas de frías playas te “acogió”!

¡Cuántos pasos después, acorralado!

¡Qué épico existir en la desgracia innecesaria!

¡Padre! ¡Padre! Por encima de la muerte y su misterio, yo deseo aquí

rogarte el profundo abrazo tuyo, denso, fuerte y quizá eterno,

ayer no merecido.


Alcalá de los Gazules (Cádiz) 1997

domingo, 13 de noviembre de 2011

Cuento literario "El viejecito"


Nadie se explicaba cómo podía, con esa magnífica presencia física, tener tantos años. Pero, es que, además su estado mental corría de forma paralela con aquella. Poseedor de una gran memoria, recordaba a personas o cosas, aunque hubiesen pasado 50 años con rapidez y claridad. Su inteligencia para todo era digna de asombro.

¡Qué prodigio físico! Con su fuerte y ancha musculatura de inagotables energías siempre en actividad constante.

Su jovial alegría, sus ganas de vivir, todavía más, pues hemos de informar que Ramón acababa de cumplir ¡125 años! Congregándose alrededor de tan extraño caso, multitud de seres, algunos más jóvenes y ya con deplorable estado, con mayor envejecimiento o decrepitud.

Algunos con 90 años y una con 100 pero el desgasta de esta viejecita físico y mental era patente, pues parecía una momia y mientras Ramón jugaba incansable, corriendo y saltando todo el día. El no lo hacía para provocar la envidia de esos otros más jóvenes ancianos sino porque su incansable vitalidad se lo exigía.

Conservaba también una vista no menguada por la edad. Divisaba por ejemplo a un niño a tres kilómetros, una pelota a dos, una cesta con uvas a uno, etc.

Por todo ello, su salud actual era tan excelente y envidiable ¡fíjense! Y ya con 125 años.

¿Y comer? – pues todo lo que le echaran y más. Su apetito voraz como cuando tenía 20 años, era realmente extraordinario. La dentadura intacta y bebía mucha agua, litros y litros al día. El vino, la cerveza y otras bebidas jamás las probó y en cuanto al tabaco fracasaron hasta unos traviesos niños a los que recordaba aún perfectamente.

Tendría Ramón unos 80 años y estos atrevidos críos, aprovechando que dormía la siesta, debajo de un árbol, se acercaron maliciosos y le pusieron un cigarrillo encendido en la boca, él se incorporó ágilmente y lo escupió muy enfadado, alejándose con la amenaza de darles un trompazo.

Es decir que jamás se prestó o adquirió vicios negativos. Con recato y respeto a ustedes, también debemos referirnos a su vida sexual. Es un proceso natural de la Humanidad y no sería correcto marginarlo por razones morales o erróneos conceptos. Es el erotismo un hecho real y ancestral tan lógico además de necesario. Sobre todo para Ramón al cual siempre se le había considerado muy inclinado a la procreación. Las hembras eran por tanto su meta principal aunque, muy inestable con ellas. Nunca quiso relaciones duraderas y serias. No se casó formalmente con ninguna, o sea las quería, dejándolas como recuerdo a veces, algún hijo o varios y enseguida a buscar a otras, siempre con notable éxito. Debemos puntualizar que, para estos encuentros íntimos buscaba y conseguía a las más jóvenes. Con cierta dificultad, en algunos, pocos casos, pues las mayores de cuarenta años le parecían algo viejas para él. Aspecto este que superaba por su gran personalidad y dotes amorosas.

Como Ramón nunca aparentó esa edad suya ni sufrió las consecuencias de una decadencia lamentable, ellas le aceptaban muy gustosas y hasta honradas de su ardiente compañía pues, aunque viejo en edad, era todavía muy joven y macho para esas relaciones o cosas.

Este humilde narrador de tan increíble pero verídica historia fue invitado a conocer recientemente a este prodigio de la naturaleza, de una forma más cercana y afectiva.

Y así lo hice amigo, quedando verdaderamente asombrado de la vida y los hechos memorables de Ramón, el gran elefante de la Reserva por mí visitada.




miércoles, 2 de noviembre de 2011

Cuento literario "Mala suerte"


Hoy día 2 de noviembre inicio este blog en nombre de mi padre, el protagonista de la página www.jiménez-pajarero.com a la que también está vinculado. El objetivo principal era reunir sus obras para el disfrute de todo el que se acercara a la página y así las hemos ido insertando a la vez que le rendíamos homenaje como artista.
Sin embargo, otra de sus facetas era la literaria y a través de este blog tengo la intención de compartir sus diversos escritos como cuentos, diálogos sorprendentes o poemas en tanto se cumple un deseo que nos expresara en vida ...... la publicación de su libro de poesía "Versos entre tinieblas".
Uno de los rasgos que destacaba en su carácter era el humor. Sí, pero un humor con ironía, con el fin de despertar una sonrisa sin herir al interlocutor.
Empezamos con:

¡MALA SUERTE!

Estaba más bien contento, por lo menos había despejado una duda, el motivo era que, repasando el gran calendario obsequio de un Banco en enero y, por cerciorarse, señalando los días de cobro de su pensión si caían o no en sábados o festivos, más los días de Semana Santa, hojeaba y repasaba a la vez el Santoral. De pronto leyó - 22 de abril - San Parmenio - por fín sabía al cabo de 65 años, qué día era el de su Santo.
Nunca sus padres, ni abuelos, ni nadie de la familia se lo habían dicho, posiblemente porque ni lo conocían. Debieron ponerle tan extraño nombre por haberlo oído, siendo muy difícil esto o, por llevarlo también para su desgracia, algún buen y resignado vecino del pueblo.
No obstante ahora, en la actualidad, la gente le informó que se podían cambiar los nombres oficialmente pero, por no meterse en gestiones y papeleos nunca lo intentó. Y eso que no le gustó jamás llamarse así. Incluso podía ser en estos tiempos el único Parmenio del país, ya que no supo ni encontró a nadie con semejante nombre. Tal vez- pensaba a veces, casi en broma - este nombrecito fue el causante de que me quedase soltero para toda la vida. Y lo comprendía, las mujeres en general tenían mejor gusto, pese a que algunas por excepción y más decididas se habían unido en matrimonio a hombres llamados Hermógenes, Desiderios o Agripinos pero claro, es que Parmenio era demasiado. Se trataba del más horroroso de los nombres y para comprobarlo siguió leyendo en el documentado calendario: Estanislao, Heliodoro, Secundino, nada - pensó, dejando de leer, nada ni nadie como el mío ¿Quién habría sido además ese Santo? ¿Griego, romano, ibero? No podía saberlo, el origen, desde luego en remotos tiempos, resultaba un imposible para él y sus escasos medios. De momento tendría que conformarse son saber ¡algo es algo! que el 22 de abril citado y próximo podría, si tenía humor festejarlo un poco, aunque más bien se trataba de un día para lamentarlo y por ser tan sentido él, hasta derramar alguna lágrima. ¿Cómo he podido vivir tantos años llamándome así? Será que a veces, gracias a Dios, lo he olvidado un poco. ¿Por qué no se les ocurriría a mis padres que, de todas formas en gloria estén, ponerme José, Ramón o Felipe, nombres no por muy abundantes menos agradables. Incluso Félix, Ricardo o Javier, en honor a la verdad - reflexionaba Parmenio aquella tarde - que otros de bonitos tampoco tienen mucho: Tiburcio, Pancracio, Ameliano, pero no llegan a la espantosa realidad del mío. Y los hubiese preferido. Para consolarse un poco, también pensó, que en el caso de las mujeres, había cierta variedad asimismo de nombres bastante desafortunados, por ejemplo: Sisebuta, Petronila, Aganastasia, sí, evidente, tampoco estos eran "moco de pavo". Una pareja siguió pensando - formada por una Abundia y un Parmenio, estaría condenada al fracaso social ¡qué diferencia a casarse llamándose Rita y Luis ¡qué bien sonaban tan cortos, dulces y elegantes! Pero hay padres que comenten con sus hijos esos errores que los acomplejan ya para siempre. De ahí los oportunos diminutivos que exigen las mujeres en sus nombres raros: Sisebuta ¡Pues ni hablar, a llamarla Sise, Aganastasia ¡no, no! Aga y se acabó.Como Petronila tampoco ¡Petri! Ellas demostrando que solucionaban el mal gusto de los padres mejor y más acertadas que los hombres, más dados a llevar la carga del grotesco nombre con la totalidad de sus increíbles sílabas. Al que se llamaba Heliodoro, no le decían Heli, ni a Estanislao: Esta. Somos más sufridos, más resignados - filosofaba - Parmenio. Apechugamos siempre con el peso y consecuencias de tales "gracias" ¿Cuál es su gracia señor? Pues ... pues ... Parmenio.
Eso sí, ahora me siento más contento por un nuevo caso que estoy viviendo, un conocido me saluda como él cree que me llamo y es Miguel. ¡Hola Miguel! - me dice y yo siento una extraña alegría interior muy grande y por supuesto nunca se me ocurrrirá corregirle ¡qué va, jamás lo haré! Y además procuro encontrarme con él en el parque más a menudo, para así gozar como de un descanso en mi vergüenza, como un oasis en mi desierto. Cuando este señor tan despistado me dice ¡Que siga Ud bien Miguel! Siento luego una especia de pena, de desencanto final porque, el sueño dura solo unos instantes y he de volver después a la cruda, a la triste realidad.

Y esta es, la de saberme unido al rebuscado, áspero, retorcido y cómico nombre de ...

¡PARMENIO!