martes, 25 de diciembre de 2012

Un brindis por los ausentes

El pintor ante su obra
Hay fechas especiales en las que todos recordamos a los seres queridos ausentes. El día de Nochebuena es una de ellas. Las copas con el burbujeante líquido se alzan y suena la nostálgica voz "Por los presentes y los ausentes". Ayer en Lanzarote brindamos por los miembros de nuestras familias que están repartidos en varios continentes. Mensajes cercanos como los del panadero que nos regala unas galletitas integrales y tan lejanos como el de mi sobrino Álex que está en Japón mostrando sus proyectos creativos. Talentos que buscan su lugar en este nuestro competitivo mundo y otros que nos quedan como legado de los que lucharon con valentía por vivir del Arte en España. 
Llevo años esperando una foto a color de dos obras al óleo que realizó mi padre en Talavera de la Reina, lugar en el que yo nací. Siempre había oído decir que en el año 1968 el constructor Diego Pérez le había encargado dos retratos: uno de cuerpo entero y otro de busto. En el primero quiso ser representado con el fondo de altos edificios y un coche deportivo. Jiménez-Pajarero, el artista, fue muy elogiado y comenzó una actividad constante y prolífica que dio como resultado una exposición en 1970 en Toledo a la que le siguieron otras importantes a lo largo de su vida como se puede consultar en su biografía.
Y hoy, Día de Navidad, comparto en su blog esta obra en blanco y negro, en espera de que los hijos de Diego Pérez me faciliten esa imagen a color que preciso para su página web. De todas formas creo que es perfectamente visible la magnitud del tamaño de este lienzo y la del artista, el artífice de la inmortalidad del ser humano. 
Mi padre descansa en su remanso de paz de Arenas de San Pedro, esa bella localidad que le acogió e inspiró en su última etapa creativa. Fue muy feliz por conocer a gente sencilla y generosa. Ya nunca más se sintió solo como en el desierto de la gran ciudad.

Sierra de Gredos (julio 2008)